El jueves ha sido mi cumpleaños y cómo no, una buena excusa para hacer una escapada de fin de semana a uno de los muchos lugares pendientes de conocer en la isla...Norte del condado de Donegal y Calzada del Gigante en Irlanda del Norte.
El norte del condado de Donegal, tal como nos habían contado, es un lugar mágico, nos recordó mucho mucho mucho al West Cork, apenas habitado, alguna que otra casa escupida por ahí y algún que otro pueblo con no más de una tienda y 5 o 6 pubs y restaurantes. ESo si, lleno de casitas de vacaciones, porque la zona además de ser preciosa tiene unas playas de ensueño...desde luego no para tomar el sol como hacemos en España, eso aquí es inviable ni siquiera en verano, pero una playa sirve para muuuchas mas cosas que para eso, y los del Norte de España lo sabemos muy bien porque no podemos usarlas para tomar el sol tanto como nos gustaría. Además de los paisajes y las playas, North Donegal tiene una cosa maravillosa: Avistamiento de las Auroras Boreales muuuuchos días al año. El día que nosotros fuimos la previvión de Auroras era de 1,2K...es decir, que ese día se veían en el Polo Norte y poco más...en North Donegal hace falta una previsión de 4K, la cual se da con bastante frecuencia...en Sligo también tenemos la suerte de poder verlas, pero necesitamos una previvión de 7K, que se da pocas veces cada año y además tiene que cuadrar que esas noches esté despejado... Os dejo este
vídeo de hace un año en North Donegal para que os hagáis una idea...sólo teneis que pinchar donde pone
vídeo.
POr supuesto el surfing no faltó en esta jornada...salieron encantados, cómo no.
Habitantes humanos hay poco por estos lares pero está plagado de ovejas, y en esta época del año es maravilloso porque hay cientos (y no exagero) de corderitos. Bueno, con razón la bahía en la que estábamos se llama Sheepbay.
El año pasado ya me quedé asombrada de cómo al llegar marzo el país se llena de Narcisos (Daffodil los llaman aquí) amarillos o amiarillos y blancos, es muy bonito, una repentina sensación de primavera, además por todas partes te venden ramilletes de ellos. Los hay cultivados y silvestres. Está lleno el país entero.
Y después de un estupendo día por el condado de Donegal ya era hora de cenar en un pub local y tirarnos un rato delante de un buen fuego en la casita que hemos alquilado para el fin de semana.
Nos levantamos con otro día soleado (ya lo esperábamos, por eso estamos en el norte este fin de semana) y la verdad es que cuesta creerlo después de unos cuantos meses muy grises y lluviosos. A primera hora dimos un paseo por los alrededores del pueblo donde estábamos alojados, una preciosa bahía y como no, un pequeño castillo.
A las 9 de la mañana ya estábamos de camino hacia un lugar que teníamos taaaaaantas ganas de conocer, del que tantas veces habíamos visto fotos, habíamos leído historias, incluso visto los niños en sus libros de texto en España: The Giant Causeway, o su traducción: La Calzada del Gigante.
Al llegar tienes dos opciones, o aparcar por la carretera y acceder al lugar por cualquiera de los caminos laterales, donde, evidentemente no pagas, o entrar por el edificio de entrada principal donde en nuestro caso pagamos 22 libras (sí, ahora ya estamos en Irlanda del Norte y los precios son en Libras, las distancias en millas y el peso de las cosas en Stones) de pase familiar. En ese precio nos incluía el parking, el centro de visitantes que es un sitio grande grande donde te cuentan no sólo la historia geológica de la Calzada, sino la historia geológica de nuestro planeta al completo con un montón de paneles interactivos, la leyenda de los gigantes, la vida en la zona los últimos años, y además con el precio de la entrada tienes derecho a un audioguía o a un guía. Sin duda creemos que merece la pena pagar, pero si vienes con presupuesto ajustado, puedes ver la calzada gratis.
Nosotros decidimos hacer el recorrido con un guía, y cómo no, muy interesante, una mezcla de cuentos, leyendas e historias reales.
El camino de bajada hasta la calzada, con el guía, parando en todos los rincones, nos llevó unos 45 minutos. Un lujo de paseo teniendo en cuenta lo encantados que estábamos de pasear bajo el sol.
En esta roca podéis leer que la Calzada del Gigante es Patrimonio de la Humanidad declarado como tal por la Unesco en 1986.
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Al fondo de esta imágen veis muy bien las columnas de Basalto que van de arriba a abajo de la entrada de la gruta. |
Una pasada el sitio. 40.000 columnas de basalto perfectamente hexagonales (en su mayoría), no sabemos muy bien si hechas por la naturaleza o por el gigante...aún tenemos la duda.
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Al salir corriendo, el gigante se dejó su bota...Nico Susi y Rodrigo la encontraron...
Y después de unas dos horas decidimos volver hacia el cohe, para que nos diera tiempo a ver nuestro siguiente destino antes de que nos cerraran. Para volver hasta el aparcamiento tienes tres opciones, una, volver en un bus que te sube desde la calzada hasta el centro de visitantes, otra, voolver andando por el mismo camino por el que bajamos por el guía, que es el mismo por el que sube y baja el bus, o la tercera opción, que es subir un camino empinado hasta arriba de los acantilados, y desde allí por una senda llegar hasta el parking...elegimos esta opción para abrir boca antes de comer algo y porque estábamos seguros de que las vistas desde arriban merecerían la pena...No nos equivocamos, os lo recomiendo sin duda... |
Hasta vimos tres delfines que campaban libremente por el océano...
Y después de comer algo en el pub de al lado de los acantilados, un sitio precioso por cierto, salimos hasta el Castillo de Dunluce. DE CUENTO total. Eso sí, está en ruinas, pero con un montón de dibujos de cómo era en sus buenos tiempos. No es sólo un castillos, sino toda una fortaleza. Muuuuy bonito, merece la pena asomar por allí si vas a la Calzada del Gigante, sobretodo en un día soleado.
Y con pena de acabar el viaje, ya a las 6 de la tarde, enfilamos la vuelta a casa, que parece que aunque Irlanda es pequeño, en hacer 200 km tardas 4 horas, y una vez más insisto...no exagero nada...